20 Mayıs 2016 Cuma

FARUQ Y LAS TERMITAS

FARUQ Y LAS TERMITAS

Era un soleado día de domingo. Faruq había ido de excursión al bosque con su clase. Él y sus amigos se pusieron a jugar al escondite. De repente, Faruq oyó una voz que decía: “¡Cuidado!”. Miró a derecha e izquierda, sin saber de dónde venía dicha voz, pero no vio a nadie.
Un poco más tarde, volvió a escuchar la misma voz. Esta vez dijo: “¡Estoy aquí abajo!”.
Faruq se dio cuenta de que, justo al lado de su pie, había un insecto parecido a una hormiga.
“¿Quién eres?”, le preguntó.
“Soy una termita”, contestó la minúscula criatura.
“Nunca he oído hablar de un animal llamado termita”, dijo Faruq pensativo. “¿Vives sola?”
“No”, respondió el insecto. “Vivimos en grandes grupos dentro de nidos. Si quieres, re mostraré uno.”
Faruq estuvo de acuerdo, así que marcharon. Cuando llegaron, lo que la termita le enseñó a Faruq era algo parecido a un edificio alto con ventanas.
“¿Qué es esto?”, quiso saber Faruq.
“Es nuestra casa”, le explicó la termita. “La construimos nosotras mismas.”
“¡Pero sois tan pequeñas…!”, objetó Faruq. “Si tus amigas tienen tu misma talla, ¿cómo podéis hacer algo tan grande como esto?”
La termita sonrió. “Tienes razón al sorprenderte, Faruq, porque es realmente sorprendente que criaturas tan pequeñas como nosotras podamos construir lugares como éste. Pero no olvides que esto es algo fácil para Dios, que nos creó a todos.”
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“Aún más, aparte de ser muy altas, nuestras casas tienen otras peculiaridades. Por ejemplo, tenemos habitaciones especiales para los niños, lugares para cultivar el moho, y la habitación de la reina. Y no olvides el sistema de ventilación. Gracias a él, equilibramos la humedad y la temperatura del interior. Y, antes de que se me olvide, déjame decirte algo más: ¡somos ciegas!”
Faruq estaba atónito: “A pesar de ser tan pequeñas y de que apenas podéis ver, construís casas como los edificios que hacen las personas. ¿Cómo es posible?”
La termita sonrió de nuevo: “Como te dije antes, es Dios quien nos proporciona este extraordinario talento. Nos creó de tal manera que podemos hacer todas estas cosas. Pero ahora debo regresar a casa y ayudar a mis amigas.”
Faruq lo comprendió: “Muy bien, ahora mismo voy a ir a contarles a mi profesor y a mis compañeros lo que he aprendido de vosotras.”
“Buena idea, Faruq”, dijo la termita despidiéndose. “Cuídate. Espero volver a verte.”

ASAD Y LAS MARIPOSAS DE COLORES

ASAD Y LAS MARIPOSAS DE COLORES

El fin de semana, Asad fue a visitar a su abuelo. Los dos días pasaron muy deprisa y, antes de que se diera cuenta, su padre llegó para llevarlo de vuelta a casa. Asad le dijo adiós a su abuelo y fue hacia el coche. Se puso a mirar por la ventanilla mientras esperaba a que su padre metiese las cosas en el maletero. Una mariposa que estaba posada en una flor cercana batió sus alas y voló hacia la ventanilla.
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“¿Vas a casa, Asad?”, preguntó la mariposa con su vocecita.
Asad estaba atónito: “¿Me conoces?”, le preguntó.
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“Desde luego”, sonrió la mariposa. “He oído a tu abuelo hablar a los vecinos de ti.”
“¿Por qué no has venido a verme antes?”, le preguntó Asad.
“No podía, porque sólo era una crisálida en lo alto de un árbol del jardín”, le explicó la mariposa.
“¿Una crisálida? ¿Qué es eso?”, preguntó Asad, que siempre había sido un niño muy curioso.
“Déjame que te lo explique desde el principio”, dijo la mariposa tomando aliento. “Nosotras, las mariposas, eclosionamos del huevo como minúsculas larvas y luego pasamos a ser orugas. Nos alimentamos mordisqueando hojas. Luego, utilizamos un líquido que sale de nuestros cuerpos como si fuese un hilo y nos envolvemos en él. Ese pequeño envoltorio que tejemos se llama crisálida. Pasamos un tiempo dentro de él hasta que crecemos. Cuando nos despertamos y salimos fuera tenemos unas alas de colores brillantes. Pasamos el resto de nuestra vida volando y alimentándonos de las flores.”
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Asad asintió pensativo: “¿Quieres decir que todas esas mariposas de colores fueron crisálidas antes de que les salieran alas?”
“¿Ves a la oruga de esa rama?”, preguntó la mariposa.
“Sí, la veo. Está devorando las hojas. Tiene mucha hambre.”
“Es mi hermana pequeña”, sonrió la mariposa. “Dentro de poco se convertirá en crisálida y, un día, será una mariposa como yo.”
Asad tenía muchas preguntas que hacerle a su nueva amiga. “¿Cómo planificas este cambio? Me explico: cuando sales del huevo, ¿cuánto tiempo eres crisálida y cómo fabricas el hilo para hacer el saco que te envuelve?”
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“Yo no planifico nada”, explicó la mariposa con paciencia. “Dios nos ha enseñado lo que necesitamos hacer cuando lo precisamos. Sólo actuamos según los deseos de nuestro Señor.”
Asad estaba realmente impresionado. “Los diseños de vuestras alas son maravillosos. Y en todas las mariposas son diferentes, ¿verdad? ¡Son verdaderamente coloridas y llamativas!”
“Eso es una prueba del arte incomparable de Dios. Nos creó una a una de la forma más bella imaginable”, le explicó su amiga.
Asad asintió con entusiasmo: “Resulta imposible no fijarse en las cosas hermosas que Dios ha creado. ¡Hay cientos de ejemplos a nuestro alrededor!”
La mariposa asintió: “Tienes razón, Asad. Necesitamos dar gracias a Dios por todas estas bendiciones.”
Asad miró por encima de su hombro: “Ya viene mi padre. Me parece que nos marchamos. Encantado de conocerte. ¿Podemos charlar otra vez cuado vuelva la semana que viene?”
“Desde luego”, asintió la mariposa. “Que tengas buen viaje de regreso a casa.”
"Todo cuanto hay en los cielos y en la tierra proclama la infinita gloria de Dios" (Sura 57:1 El hierro)
"¿No ves que Dios hace caer el agua del cielo, y hacemos brotar mediante ella frutos de gran variedad de colores –igual que en las montañas hay vetas blancas y rojas de diversas tonalidades, y [otras] de un negro intenso, y [cómo] entre los hombres, los animales y el ganado existe también gran variedad de colores? De todos Sus siervos, sólo quienes están dotados de conocimiento [innato] temen [realmente] a Dios: [pues sólo ellos comprenden que,] en verdad, Dios es todopoderoso, indulgente."  (Sura 35:27-8 El originador)

EL PÁJARO CARPINTERO E IRFAN

EL PÁJARO CARPINTERO E IRFAN

Un domingo, Irfan fue de paseo al bosque con su padre. Mientras paseaban, pensaba en lo hermosos que eran los árboles y la naturaleza. Su padre se encontró con un amigo y, mientras los mayores hablaban, Irfan oyó un ruido:
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Tap, tap, tap, tap, tap, tap...
El sonido provenía de un árbol. Irfan se acercó al pájaro que hacía ese ruido y le preguntó: “¿Por qué golpeas el árbol con tu pico de esa manera?”
El pájaro dejó lo que estaba haciendo y se volvió para mirar a Irfan. “Soy un pájaro carpintero”, respondió. “Hacemos agujeros en los árboles y construimos nuestros nidos en ellos. A veces almacenamos comida. Éste es el primer agujero que he hecho, aunque haré cientos como él.”
"Woodpeckers mostly eat acorns, and acorns are quite small," the woodpecker explained. "Inside each hole I make I'll put one acorn. That way I'll be able to store enough food for myself."
Irfan miró el agujero más detenidamente. “Bueno, pero ¿cómo almacenas la comida en un sitio tan pequeño?”, le preguntó.
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“Los pájaros carpinteros nos alimentamos principalmente de bellotas, que son muy pequeñas”, le explicó. “Dentro de cada agujero que haga meteré una bellota. De este modo almacenaré suficiente comida.”
Irfan estaba asombrado: “Pero en vez de esforzarte haciendo muchos agujeros pequeños”, dijo, “podías hacer un agujero grande y meter allí toda la comida.”
El pájaro carpintero sonrió: “Si hiciese eso, otros pájaros podrían encontrar mi almacén y robar mis bellotas. Además, los agujeros que hago tienen dimensiones distintas, para introducir las bellotas de acuerdo a su tamaño. El tamaño de la bellota y el del agujero son idénticos. Así, la bellota encaja perfectamente dentro del agujero. Gracias a que Dios hizo mi pico para que pudiera volver a sacar las bellotas de los agujeros fácilmente, no tengo problemas en hacerlo; pero otros pájaros no pueden, así que mi comida está a salvo. Por supuesto, no tengo el juicio suficiente para elaborar este plan. Sólo soy un simple pájaro carpintero. Dios permite que haga estas cosas. Es Dios quien me enseña cómo esconder la comida, y quien creó mi pico de forma apropiada para poder hacerlo. En realidad, no se trata sólo de mí –todos los seres vivos son capaces de hacer este tipo de cosas porque Dios los enseñó.
Irfan estuvo de acuerdo: “Tienes razón. Gracias por contarme todo esto. Me has hecho recordar el gran poder de Dios.”
Irfan dijo adiós a su amiguito y volvió con su padre. Estaba muy contento porque, dondequiera que miraba, encontraba otro de los milagros de Dios.”

JALAL Y LA GAVIOTA

JALAL Y LA GAVIOTA

Cuando viajaba en ferry y hacía buen tiempo, lo que más le gustaba a Jalal era sentarse en cubierta; de este modo, veía el mar más de cerca y podía mirar a su alrededor con más facilidad. Un día Jalal se embarcó en el ferry con su madre. Enseguida, fue a sentarse en cubierta. Un grupo de gaviotas seguía al barco como si estuviesen echando una carrera. Las gaviotas hicieron una exhibición maravillosa, arremolinándose y girando en el aire, y disputándose los trozos de pan que les tiraban los viajeros.
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Una de ellas se acercó planeando y aterrizó al lado de donde estaba sentado Jalal. “¿Te ha gustado nuestra exhibición de vuelo?”, le preguntó. “He observado que nos mirabas con mucha atención. ¿Cómo te llamas?”
“Me llamo Jalal. Sí, me ha gustado mucho. Me he fijado en que podéis permanecer en el aire sin batir las alas. ¿Cómo lo conseguís?”
La gaviota asintió con la cabeza: “Las gaviotas nos situamos según la dirección del viento. Incluso si éste es muy débil, las corrientes de aire ascendentes nos elevan. Utilizamos este movimiento y así podemos hacer largos viajes sin mover las alas.”
“Nos movemos hacia delante y hacia atrás en las masas de aire que se elevan del mar”, continuó. “Estas corrientes hacen que siempre haya aire bajo nuestras alas, lo que nos permite permanecer en él sin gastar demasiada energía.”
Jalal no estaba muy seguro de haberlo comprendido bien: “Os he visto en el cielo sin mover las alas, como si estuvieseis colgadas. ¿Y eso lo hacéis actuando según la dirección del viento? Lo entiendo pero, ¿cómo calculáis la fuerza y dirección del viento?”
“Resulta imposible que nosotras, con nuestro poco entendimiento, podamos hacer algo así”, empezó diciendo la gaviota. “Cuando Dios nos creó, nos enseñó cómo volar y cómo permanecer en el aire sin gastar energía. Son ejemplos que prueban la existencia de Dios y nos hacen comprender Su poder.”
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Jalal pensó en otra pregunta: “Sí, permanecéis suspendidas en el cielo como si estuvieseis sujetas con una cuerda. Para hacer algo así necesitaríais saber matemáticas muy bien y ser capaces de hacer unos cálculos muy detallados. Sin embargo, es algo que hacéis sin problema desde el primer vuelo, ¿verdad?”
“Desde luego”, asintió la gaviota. “Nuestro Señor dio a cada ser vivo la inspiración que necesita. Todos hacemos lo que se nos ha dicho que hagamos. Nunca olvides que Dios todo lo abarca y que todo está bajo Su control. Él es el Señor de todas las cosas. En el Corán puedes encontrar muchos versículos que hablan de esto. El ferry se está acercando a tierra, y yo voy a reunirme con mis amigas. Hasta la vista.”
Jalal observo cómo su nueva amiga se alejaba volando, haciéndose cada vez más pequeña en la distancia.
Cuando llegó a casa, Jalal buscó en el Corán un versículo que hablara de que todo está bajo el control de Dios. Lo encontró en la sura Hud, y enseguida lo aprendió de memoria:
"¿Es que esos [que niegan la verdad] no se han parado jamás a considerar a las aves, volando suspendidas [por Dios] en el aire, y que nadie excepto Dios las mantiene en vuelo? ¡Ciertamente, en esto hay en verdad mensajes para una gente dispuesta a creer!"  (Sura 16:79 La abeja)
Queridos niños, ¿habéis oído hablar de un pájaro llamado megapode? Cuando tiene pollos que criar, es siempre el macho el que los cuida. Primero, la madre cava un gran agujero donde pone los huevos. Tras la puesta, el macho mantiene el nido a una temperatura de tres grados. Para medirla, entierra el pico en la arena que cubre el nido, usándolo como si fuera un termómetro. El pájaro repite la operación una y otra vez. Si sube la temperatura, inmediatamente hace agujeros para que entre el aire y baje. Su pico es tan sensible que, si alguien arrojara un puñado de tierra encima del nido y la temperatura subiera lo más mínimo, podría detectarlo. Nosotros sólo podemos medir la temperatura utilizando un termómetro y, sin embargo, los megapodes lo han estado haciendo durante cientos de años sin equivocarse.
Dios es quien se lo ha enseñado, quien les ha dotado de un pico capaz de tener la sensibilidad de un termómetro.
"Ciertamente, he puesto mi confianza en Dios, [que es] mi Sustentador y también vuestro Sustentador: porque no existe criatura viva a la que Él no tenga asida por el copete. ¡En verdad, el camino de mi Sustentador es recto!"  (Sura 11:56 Hud)

Dear Children,
Have you heard of a kind of bird known as megapode? When these birds have chicks to raise, it is always the male birds which look after them. First the mother bird digs a big hole to lay her eggs in.
After she has laid her eggs, the male has to keep the nest at a temperature of 92 degrees Fahrenheit (3 degrees Celsius). In order measure the temperature of the nest the male bird buries its beak in the sand which covers it, using its beak like a thermometer. The bird repeats this operation over and over again.
If the temperature of the nest goes up, it immediately opens air holes to bring the temperature down again. Also, the bird's beak is such a delicate thermometer that if somebody throws a handful of soil on top of the nest and the temperature rises even the tiniest bit, the bird can detect this. Such measurements are only possible for us to make by using a thermometer, and yet megapodes have been doing this for centuries, and never make the slightest mistake. This is because Allah taught them everything, and it is the Almighty Allah Who created a beak with the sensitivity of a thermometer.

KAMAL Y LA LUCIÉRNAGA

KAMAL Y LA LUCIÉRNAGA

En las noches de verano, Kamal y su familia solían cenar en el jardín. Una vez, cuando ya estaban terminando, Kamal se fijó en una luz que se encendía y apagaba entre los árboles que rodeaban el jardín. Se acercó para ver qué pasaba y vio un insecto revoloteando. Sin embargo, era muy diferente de los que se ven por la mañana. Emitía luz mientras volaba.
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El insecto dejó de volar por un instante y se acercó a Kamal. “Hola”, dijo. “Pareces muy sorprendido. Me has estado observando durante un largo rato. Soy una luciérnaga, ¿y tú quién eres?”
“Me llamo Kamal. Tienes razón, nunca he visto un insecto que emitiera luz como tú lo haces. De tu cuerpo salen rayos verde-amarillentos. Me acuerdo de una vez que toqué una bombilla y me quemé la mano. ¿No te hace daño la luz que sale de tu cuerpo?”
La luciérnaga dijo: “Estás en lo cierto cuando afirmas que las bombillas están muy calientes cuando dan luz. Es porque utilizan energía eléctrica para producirla, y parte de esta energía se convierte en calor. Esto hace que se calienten mucho. Pero la energía que nosotras usamos para dar luz no proviene de fuera de nuestro cuerpo.”
Kamal comprendió. “Entonces, ¿significa eso que no os calentáis?”, preguntó.
“Cierto”, asintió la luciérnaga. “Nosotras mismas producimos la energía y la utilizamos con sumo cuidado. Es decir, no malgastamos nada, y tampoco genera calor que nos dañaría.”
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Kamal reflexionó un momento: “Es un sistema muy elaborado.”
“Sí que lo es”, afirmó su amiga. “Cuando Dios nos creó, planeó todo lo que necesitamos al detalle. Cuando volamos, batimos las alas muy rápidamente. Por supuesto, es un trabajo que requiere mucha energía, pero como nuestra luz no consume mucha, no tenemos problema.”
Kamal tenía algo más que preguntar: “¿Para qué usáis la luz que emitís?”
Su amiga le explicó: “La utilizamos tanto para comunicarnos entre nosotras como para defendernos. Cuando queremos decirnos algo, hacemos centellear nuestra luz. Otras veces, la usamos para asustar a nuestros enemigos y alejarlos.”
Kamal estaba muy impresionado con lo que su amiga le estaba contando: “Entonces, ¡todo lo que necesitáis está en el interior de vuestros cuerpos, y no tenéis necesidad de cansaros!”
“Eso es”, aseguró la luciérnaga. “A pesar de todos sus esfuerzos, los científicos han sido incapaces de desarrollar un sistema parecido al nuestro. Como te dije antes, Dios nos hizo de la manera más perfecta posible y del modo más adecuado para cubrir nuestras necesidades, como a todos los demás seres vivos.”
Kamal sonrió: “Gracias. Lo que me has contado es muy interesante. Ahora entiendo el versículo que leí ayer:
“¿Puede, acaso, compararse a quien crea con quien nada puede crear? ¿Es que no vais a recapacitar?”
Sura 16:17 La abeja.
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¡Cuando pensamos en todos los seres vivos que Dios ha creado y en nosotros mismos, hay muchos ejemplos a tener en cuenta!”
“Sí, Kamal, todo ser vivo es una prueba del superior arte creativo de Dios. Ahora, cuando veas algo, te darás cuenta. Bueno, debo irme, pero no olvides lo que hemos hablado.”
Kamal le dijo adiós a su amiga: “Encantado de conocerte. Espero volver a verte.”
De regreso a casa, reflexionando sobre el increíble diseño de la luciérnaga, Kamal estaba deseoso de contarle a su familia la conversación que tuvo con ella.
El Mar Rojo se encuentra entre dos desiertos. Ningún río ni corriente de agua dulce desemboca en él. Es decir, no hay transferencia ni de oxígeno ni de nitrógeno. Normalmente, este mar sería un árido desierto como las tierras que lo rodean y, sin embargo, en sus aguas viven corales de todas clases. A pesar de las difíciles condiciones existentes, los corales que allí sobreviven son capaces de hacerlo gracias a la simbiosis (el modo de vivir junto con otros seres vivos) que han establecido con otras criaturas parecidas a las plantas llamadas algas. Estas últimas se esconden de sus enemigos en los arrecifes de oral y utilizan la luz del sol para hacer la fotosíntesis. El armonioso estilo de vida de estas dos criaturas es otra prueba de la maravillosa creación de Dios.
“¡Él es Dios, el Creador, el Hacedor que modela todas las formas y apariencias! ¡Suyos [en exclusiva] son los atributos de la perfección! ¡Todo cuanto hay en los cielos y en la tierra proclama Su infinita gloria: pues sólo Él es todopoderoso, realmente sabio!” (Sura 59:24 La concentración)

The Red Sea lies between two deserts. No rivers or other running fresh water drain into it. In other words, there is no transfer of oxygen or nitrogen. Normally this sea would be a barren desert like the lands which surround it, yet it contains corals of all kinds. The corals which manage to live here in spite of the difficult conditions are able to do so because of the symbiosis (the way they live together with other living things) they have established with other creatures resembling plants, called algae. The algae hide themselves from their enemies within the coral reefs and use sunlight to perform photosynthesis. The harmonious lifestyle of these two creatures is yet another proof of Allah's wondrous creation.

AHMAD Y LA RANA VERDE

AHMAD Y LA RANA VERDE

Ahmad fue de pesca con su padre a un lago el fin de semana. Mientras éste preparaba las cañas, Ahmad le pidió permiso para echar un vistazo por los alrededores. Su padre se lo dio, con la condición de que no se alejara mucho.
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Ahmad echó a andar entre los matorrales de la orilla. De repente, una rana saltó de entre los arbustos y aterrizó en una piedra justo delante de él.
“¡Casi me pisas!”, se quejó la rana.
“Lo siento”, dijo Ahmad. “Tienes el mismo color que las hojas, por eso no te he visto, ranita. Me llamo Ahmad y estoy dando un paseo.”
La rana sonrió: “Encantada de conocerte, Ahmad. Es normal que no me vieras. Vivo en estos arbustos y mi color es como el de las hojas; de esta manera, mis enemigos no me ven y me puedo esconder de ellos muy fácilmente.”
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Ahmad reflexionó un poco: “Sí, pero, ¿qué pasa si te ven? ¿Qué haces?”
“Si te fijas atentamente”, dijo la rana levantando una pata, “verás unas membranas entre mis dedos. Cuando salto, los abro de modo que puedo planear en el aire. A veces puedo volar hasta 12 metros de un salto.”
“¿Y qué ocurre cuando quieres aterrizar?”, preguntó Ahmad.
“Uso mis patas cuando vuelo y utilizo mis membranas para frenar, como si fueran un paracaídas”, le explicó la rana.
“Eso es muy interesante”, dijo Ahmad pensativo. “Nunca se me hubiera ocurrido que las ranas pudiesen volar.”
La rana sonrió: “Algunas especies de ranas pueden tanto volar como nadar. Es un don que Dios nos concedió. Él también hizo nuestros colores para que nos camuflásemos en los lugares en que vivimos, lo que nos permite sobrevivir. Si Dios no nos hubiese creado así, pronto nos habrían matado otros animales.”
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LAS PATAS CON MEMBRANAS DE LAS RANAS

Una de las criaturas más sorprendentes que Dios ha creado es un tipo de rana que vive en las selvas vírgenes. La peculiaridad más sobresaliente de esta pequeña rana, que tiene unas patas delgadas y membranas entre sus dedos, es que puede volar planeando. Cuando se lanza desde los árboles, utiliza sus patas como si fuesen paracaídas para amortiguar la caída. Al extender las membranas, dobla la superficie de su cuerpo. Las ranas voladoras pueden planear en el aire hasta 12 metros antes de aterrizar en un árbol. Pueden controlar la dirección moviendo las membranosas patas y cambiando la forma de las mismas.
Ahmad lo entendió: Las membranas que hay entre vuestros dedos os son necesarias para dar largos saltos. Yo no tengo porque no las necesito. Las necesidades de cada criatura son diferentes, ¿no es cierto?”
“Sí, tienes razón lo has explicado muy bien.”
Ahmad dijo: “Dios nos creó de la mejor forma posible para hacer nuestra vida más fácil. Deberíamos estarle muy agradecidos por ello.”
“Tienes razón otra vez, Ahmad”, asintió su amiga. “Nuestro Señor ha creado a todos los seres vivos en consonancia con el ambiente en que viven. Nos dio todo lo que necesitamos desde el día en que nacimos.”
“Sí”, dijo Ahmad. “Ahora me tengo que ir, ranita, porque mi padre se estará preguntando qué me ha pasado. Me ha gustado mucho hablar contigo. Si vengo otro día, te haré una visita.”
“Estaré esperándote. Encantada de conocerte. Adiós, Ahmad”, croó la rana a la vez que saltaba de vuelta entre los arbustos y desaparecía.

HAMEED Y LA CIGÜEÑA DE PATAS LARGAS

HAMEED Y LA CIGÜEÑA DE PATAS LARGAS

Hameed era un chico muy alegre e inteligente. Le interesaban mucho las aves y quería saberlo todo de ellas. A veces, cuidaba de algunos pájaros en casa, pero luego los dejaba ir. Le gustaba mucho su estilo de vida libre. Una mañana de primavera, Hameed se fijó en un grupo de aves de largas patas que volaban juntas y, rápidamente, subió a la terraza de su casa para verlas más de cerca. Cuando llegó, observó que dos de ellas se habían posado en la chimenea y se puso muy contento. Las saludó y les dijo:
“Hola. Soy Hameed. ¿Quiénes sois vosotras?”
“Hola, Hameed. Espero que no te causemos ningún problema por habernos posado aquí. Nos gustaría mucho hablar contigo y conocerte”, dijo una de ellas.
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“De ningún modo”, dijo Hameed. “Me encantan las aves. ¿Me podéis contar algo de vosotras, por favor?”
“Desde luego”, dijo la primera. “Somos cigüeñas. Somos aves migratorias de grandes alas blancas como la nieve (que miden de metro a metro y medio) y largas colas negras. Lo que nos da una apariencia atractiva es el color rojo de nuestros picos y nuestras largas patas.”
Hameed asintió: “¡Sois hermosas de veras!”
“En lo que más se fija la gente es en nuestra forma de volar”, continuó la cigüeña. “Volamos con los picos extendidos hacia delante y las patas hacia atrás. Esto hace que vayamos mucho más rápido.”
Hameed sentía curiosidad: “¿Y hacia adónde os dirigís ahora?”
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“Cada año emigramos en grandes grupos, porque no podemos vivir en lugares fríos. Con ello también llevamos la buena noticia a la gente de que el buen tiempo está al llegar. Durante el verano, vivimos en una extensa área que se extiende desde Europa al norte de África y desde Turquía a Japón. Cuando empieza a hacer frío, emigramos hacia el hemisferio sur, a las zonas tropicales de África y la India.”
Hameed estaba asombrado: “Pero, ¿cómo sabéis cuándo va a hacer frío?”
La cigüeña sonrió: “Es una buena pregunta. Por supuesto, la respuesta es que Dios nos ha enseñado. Todas, al unísono, sentimos la necesidad de ir hacia países más cálidos. Dios hace que sintamos esta necesidad. Es Él quien nos enseña a volar y, cuando vuelve el otoño, se asegura de que podamos regresar recorriendo una distancia de miles de kilómetros y de que encontremos de nuevo nuestros hogares. Es Dios, con su inspiración quien nos enseña todas estas cosas.”
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“Resulta muy interesante que podáis viajar distancias tan largas y volver a encontrar vuestros viejos nidos sin equivocaros, como si utilizaseis una brújula”, dijo Hameed impresionado.
La cigüeña siguió diciendo: “Desde luego, esta prodigiosa memoria y sentido de la orientación son el resultado de la suprema creación de Dios, que nos dotó de ambos.”
Hameed tenía otra pregunta para su nueva amiga: “Vivís cerca de los seres humanos, ¿verdad?”
“Sí”, contestó su amiga. “Hacemos nuestros nidos en las partes elevadas de los edificios, árboles y chimeneas.”
La otra cigüeña se levantó y dijo: “Loo siento, Hameed, pero tenemos que retomar nuestro camino.”
Hameed observó cómo sus nuevas amigas se hacían más y más pequeñas conforme se alejaban volando.
"aunque no hay animal que camine sobre la tierra ni ave que vuele con sus dos alas, que no forme comunidades como vosotros: ningún detalle hemos descuidado en Nuestro decreto. Y una vez más: Ante su Sustentador serán [todos] congregados." (Sura 6:38 El ganado)